No entiendo como no pasar horas buscando formas en las nubes


Me cuesta mucho dejar de hacerlo. Lo disfruto y me puedo pasar horas con dolor de cuello forzando siluetas en el cielo. Comparto esta foto de una búsqueda que registre:


¿Pueden verlos?
Encontrar formas en las nubes tiene la complicación de tener que explicar a otra persona que vimos por ahí. 
Este cielo de Villa Logüercio, junto a la laguna de Lobos, en Buenos Aires, tiene una parejita de chicos, un abrazo, un beso en la frente y un montón de ternura.
El pelo, la oreja, la nariz, la profundidad del ojo cerrado... está perfectamente definido.
¿Pueden verlos?

También comparto un cuentito, muy breve y sencillito que escribí hace algunos meses y retoma esta temática, tratando de explicar desde la literatura los efectos de las nubes en la rutina humana;

Instantes
Se tiró al césped junto a su perro, que tomaba sol panza arriba con envidiable serenidad. Imitó  la posición con todo el cuerpo (aunque el animal lo mirara intrigado con uno de sus entrecerrados ojos)
Quedaron tendidos a la par, entregados al cálido abrazo otoñal de Febo. Al principio le molestaron los yuyitos, después sintió patas de algunos bichitos, finalmente se mimetizó con el entorno y al cabo de un tiempo se animó a abrir los ojos.
Con el brillo del sol, se hicieron visibles para él sus propias pestañas, esas, que estando siempre ahí hacen que las dejemos de ver. De fondo danzaban presumidas las nubes. Esa tarde se movían rápido y, sea lo que sea que eso signifique, era divertido. Conejos, casitas, elefantes y seres cachetones, todos ellos desfilaban por el cielo con ese polisémico compás de cumulonimbus. Su perro suspiro. Él le rascó la pancita.
Y casi como si alguien quisiera cambiar el canal de esta preciosa película muda, por su cabeza se cruzó uno de sus problemas, y luego otro y en minutos ya eran tres.
Apretó fuerte los ojos, sintió como se dibujaban las arruguitas en sus parpados. Hizo un esfuerzo mental inexplicable y los abrió suave y lentamente, prestando atención al movimiento de su piel. Volvió a mirar sus pestañas, tomó una de las patas de su perro (como quien se aferra a un rosario con fe) y se repitió como un matra que era lo importante en ese momento; conejos, casitas, elefantes y seres cachetones. 


A modo de solución, por si no los encontraron en la foto anterior, y para compartir la belleza sutil del cielo, dejo la imagen que con el dedo tracé desde el césped, para ayudar a mirar a la parejita que las nubes pintaron este fin de semana.


No entiendo como puede haber tanta gente que se pierde estas obras de arte aéreas. 



2 comentarios:

  1. Lo entendimos remarcado...jajjaja pero como siempre digo(y sostengo): lo mas valioso que tiene el ser humano es su capacidad creativa y si hay alguien que sabe explotarla sos vos!

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  2. jaja... es cuestión de práctica...

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